Después de más de un año de
atenciones cosecho lo que para la mayoría supone el premio a la labor
realizada; la miel (sobretodo para los que no entienden la apicultura como
afición). Pero sin duda el premio lo tengo cada vez que me acerco al colmenar;
disfrutando del entorno, observando las pecoreadoras entrar y salir por la
piquera, oyendo el zumbido de la colmena o viendo los cuadros de cría o los
panales llenos de miel y polen. En resumen, observando la vida de la colmena y viendo que va bien.
La cosecha este año se ha realizado
de manera artesanal y de forma un poco improvisada. Al comenzar el mes de
agosto, coincidiendo con mis vacaciones, me pasé por la colmena y al levantar
la tapa me encontré con que la colonia tenía mucha miel en el alza. Por miedo
al enjambrazón y como todavía quedaba mucho mielatos del roble temía que me
llenaran los cuadros quedándose sin espacio para poder seguir almacenando. Así
es que decidí cosechar sin tener extractor ni ninguno de los útiles usados,
sólo que unos cubos y poco más. Pensaba que dejando escurrir los panales sería
suficiente pero mi decepción llego al ver que aquello no fluía, era demasiado
espesa. Por lo que me ví obligado a "desarrollar una técnica mixta"
entre el estrujado y escurrido; dejando la parte correspondiente a la lámina de cera estampada y destrozándo las paredes de las celdillas con mis manos (lavadas). El amasijo resultante lo
dejé reposar una semana en recipientes de tal modo que los trozos de cera y las
impurezas afloraron a la superficie quedando la miel limpia en al fondo.
El resultado han sido 4 kilos y medio
de miel, para mi riquísima (ningún padre ve a sus hijos feos) y también para el
resto a los que les he dado a probar. Tanto por su color oscuro, su gran densidad
y su sabor nos encontramos ante una miel de bosque. Por su importancia relativa
en la vegetación de los alrededores imagino que estará compuesta
fundamentalmente de roble, castaño y brezo también zarza y no sé cuánto tendrá
de piorno que es también muy abundante en las proximidades.
Con una cosecha tan escasa y tantos
compromisos apenas si me he quedado con algo de esta primera miel pero ya
vendrán otras con las que pueda "hartarme". Como sabía que iba a
regalar gran parte la he envasado y etiquetado para darle un aspecto
más atractivo, presentándola así de una forma que hiciera justicia a la calidad
de la miel.